En la sintomatología de la ansiedad social, el tratamiento suele consistir en primer lugar, en la Aceptación de que existe el problema. Es de gran ayuda poder contarlo a alguien del entorno cercano, como un familiar de confianza. En algunos casos, el conflicto aún se agrava cuando la persona con ansiedad está incluso en fobia con sus propios familiares, aunque esto es menos común.
En segundo lugar, no hay que confundir la timidez con la fobia social; normalmente en los casos de miedo a relacionarse de manera social existe una falta de autoestima manifiesta que nos hace “ponernos nerviosos” al entrar en contacto con los demás, cosas que en una persona tímida muchas veces no sucede; el tímido puede tener o no falta de confianza, de hecho hay personas tímidas o introvertidas que simplemente se retraen mucho a la forma de manifestar la información hacia el exterior, pero interiormente sufren mucho menos que los fóbicos sociales, cuya mera anticipación al “evento social” muchas veces es un auténtico martirio.
Yo durante muchos años confundí el hecho de ser fóbica social con la creencia de ser timida, pero resultó que ni siquiera era tímida, una vez en contacto social procuraba relacionarme o “adaptarme” al entorno; otra cosa es que no lo lograra y que sintiera miedos físicos y psicológicos profundos relacionados a la mera presencia de personas que representaban “una amenaza” para mí.
Aceptar nuestra ansiedad y comprender su naturaleza fóbica en si misma (ver a la gente amenazante para nuestra seguridad psicológica, en incluso física), es fundamental a la hora de determinar su tratamiento adecuado a cada caso.
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